miércoles, 1 de agosto de 2007

Un ángel para mi soledad

Pasé todo el fin de semana pensando en la maldita nota que debía resolver. Mi ataque comenzó el viernes cuando salí del trabajo.
Sí. Soy rara. Lo sé. Generalmente cuando uno termina de trabajar deja de pensar en las tareas pendiendientes y se divierte.
Yo no. Por eso el viernes mientras él revolvía el chocolate yo estaba afligida por la nota. ¡La Bendita nota!.

El sábado amanecí un poco mejor. Un poco. Por lo menos desperté pensando en que terminaría de escribirla, pero la cosa se puso peor: era sábado y ¿Quién iba a atenderme para darme el dato que yo buscaba?.
Llamé a amigos varios, papás de amigas, probé con teléfonos que aparecían en Internet, pero no tuve suerte. A todo esto ya eran las tres de la tarde y tenía otros planes más interesantes que intentar hablar con un abogado ¡¡constitucionalista!!. Asique en un acto de desesperación la llamé a C.


"C", le dije.
"N"¿Qué te pasa?. Ella sabía lo que me sucedía. Claro. Me conoce de pies a cabeza.
"Estoy desesperada. No encuentro ningún abogado constitucionalista", le expliqué.
"Y sí. Es sábado N y son las 5 de la tarde.Ya fue. Venite a casa a tomar mate" dijo y colgó el teléfono.

A pesar de la invitación tentadora(tenía que actualizarme de muchos chismes) no pude dejar de pensar en la nota y en el abogado. Corté la comunicación y seguí con mi crisis. En el ínterin mi mamá me trajo un pedazo de torta de queso. Mi favorita. Estaba tan preocupada por la entrevista que no pude saborear la porción.
Cuando mi mamá pasó por la computadora me dijo: "N..no te pongas mal. Dios ahorca, pero no aprieta".
Como sobre dios no sé nada, pero conozco a mi jefe y sé que si no entregaba esa nota iba a quedar en la calle seguí con lo mio.
Finalmente gracias a un ángel caído del cielo llamado Octavio pude conseguir al abogado constitucionalista. Claro que después de semejante amargura no quería saber nada con escribir.

Acá viene lo más importante. Todo lo de arriba era una introducción

Ahora sé que tengo mi ángel. Es flaco y alto. Con ojos muy bonitos. Me gusta cuando sonríe y levanta su ceja izquierda. Sus palabras me tranquilizan. Camina con las manos en los bolsillos y a veces parece un poco torpe: cuando entra a los bares arrastra con su bolso todas las sillas que se cruzan por su camino.
De todos modos como es un ángel no hace falta que tenga tanta destreza, aunque doy fe que la tiene en otros aspectos.
Amo que se tape la cara cuando se ríe y me espíe a través de sus dedos.
Es mi ángel y gracias a él hoy estoy como estoy: feliz.

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