miércoles, 9 de julio de 2008
Respuestas que nunca llegan
Erica buscó la llave de su casa en el interior de su cartera. Había tomado demasiado vino y tenía un fuerte dolor de cabeza. Él estaba a su lado esperando una respuesta. Quería que le explicara el porqué y ni ella entendía porqué él había actuado de esa manera.
Después de unos minutos de silencio y de mirarse a los ojos intentando robarle un perdón, bajó del auto, caminó hasta la puerta de su casa, se dio vuelta para mirarlo y lo saludó desde la entrada. Era de madrugada y su familia dormía. Intentando no hacer demasiado ruido se sirvió un vaso de agua y fue hasta su cuarto. Dejó su cartera en la silla y se sentó en la cama.
Mientras se desvestía pensaba en lo que había sucedido esa noche: nada que fuera demasiado importante. Simplemente comentarios desafortunados embebidos de buen vino que, a esa hora de la madrugada, sólo podían caer mal.
Antes de acostarse sacó de su cartera el celular. Tenía la esperanza de que él la llamara pidiéndole perdón.
Erica se recostó en su cama y unos minutos después se quedó profundamente dormida. El vino había hecho su efecto.
A la mañana siguiente, ni bien se despertó vio que en su celular había un mensaje nuevo: “Igual seguís siendo la mujer de mis sueños”. Un viejo amor había decidido confesarle lo que sentía.
Ella volvió a la cama y se tapó sin dejar ni una sola parte de su cuerpo al descubierto.
Ahora, buscaba una nueva explicación. Algo que nunca llegaría.
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3 comentarios:
Bien loca, muy bien.
Va gustando.
Genial regreso!
Gracias, mil gracias!
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