El ritual
Llenaba la bañera de agua hirviendo. Tiraba sales y una vez que estuviera llena, al punto de rebazar, se sumergía dentro de ese mar de espuma, cerraba sus ojos y escuchaba en el más absoluto silencio lo que su cabeza le decía.
No era feliz, pero su vida no era tan mala como creía. Una y otra vez, aprovechaba ese instante para llorar a solas.
2 comentarios:
Nunca vas a estar sola tesoro. Siempre voy a estar para apoyártela y darte un poco de azúcar.
Jajajjajaja....jajjajajajjajajajja....cómo me gustás chico de San Isidro!
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