viernes, 21 de noviembre de 2008

El ritual



Llenaba la bañera de agua hirviendo. Tiraba sales y una vez que estuviera llena, al punto de rebazar, se sumergía dentro de ese mar de espuma, cerraba sus ojos y escuchaba en el más absoluto silencio lo que su cabeza le decía.
No era feliz, pero su vida no era tan mala como creía. Una y otra vez, aprovechaba ese instante para llorar a solas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca vas a estar sola tesoro. Siempre voy a estar para apoyártela y darte un poco de azúcar.

Ninna Salusso dijo...

Jajajjajaja....jajjajajajjajajajja....cómo me gustás chico de San Isidro!