domingo, 16 de noviembre de 2008

Older (Not Yet)


Y para contrarrestar la sensación de vejez que me dejó la última fiesta a la que fui, ayer me sentí más joven y viva que nunca.
No suelo ser muy adepta a las fiestas de disfraces. Algo curioso en una mujer que toda su vida estudió teatro y danzas. Me gusta la idea de jugar a ser otra persona por unas horas. Vestirme y maquillarme. Pero ir a una fiesta de estas características no sólo implica elegir un buen disfraz. También, hay que meterse en la piel del personaje. Pase lo que pase. Caiga quien caiga (chiste fácil que es sólo para entendidos y que nada tiene que ver con el programa de TV).

Curiosamente alguien que se dedica a enterrar personas dio una súper fiesta en algún lugar perdido de Pilar. Una gran fiesta: buena música, gente muy bien disfrazada y una carpa que se encargó de mantenernos calentitos a los que fuimos con poca ropa.
Mi equipo estaba conformado por un tele tubi verde, una cowgirl, Luke Skywalker y su espada luminosa, una bruja, Michael Scoffield y Sucre; un hombre, muy sexy por cierto, envuelto en una bata verde y yo, un intento de Madonna de los ochenta, pero que con el exceso de rimmel terminó convirtiéndose en "chica gótica".

Estábamos en la cresta de la ola cuando un X que no estaba disfrazado le robó la capa a la bruja. La Chica gótica intentó hacer justicia, pero fue imposible. Entonces, el tele tubi verde vio que la chica gótica estaba en problemas y se lo dijo al hombre sexy de bata verde. A todo esto, Sucre y Scoffield ya estaban atentos a la situación y como todos estábamos muy metidos en nuestros personajes se armó una general complicada que, por suerte, no pasó a mayores. La chica gótica pudo recuperar la capa y se la devolvió a la bruja.

El resto de la noche nos dedicamos a tomar, bailar y cantar. Vimos el amanecer en una de las calles de este lugar. A la vuelta, algunos dormían y otros, todavía, buscaban la salida de la fiesta. Yo, en cambio volvía en el auto con el hombre sexy de bata verde, Sucre que, no sé porqué, estaba abrazado a un cono naranja, un tele tubi verde doblado y la cowgirld que suplicaba que le abrieran la ventana porque queria vomitar.
Y como si todo esto fuera poco, dormí con el hombre sexy de bata verde y me enamoró. Aún más.

Como diría Giordano: Qué noche Tete!.

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