domingo, 2 de noviembre de 2008

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Estoy parada en medio de una multitud. Sola, en medio de una multitud adolescente y sola. Prendo un cigarrillo. Algo tengo que hacer para disimular que estoy parada en una suerte de alfombra de plastico de un parque ajeno, lleno de jovenes ajenos que bailan y corren y toman mucho alcohol y que estoy sola.
En mis epocas las noches de sabado no eran así. Tomabamos, pero no de la misma manera que toman ahora. Creo que me estoy poniendo vieja.

-Tenes un cigarrillo
-No
-¿Estás sola?
-No
-¿Con amigas?
-...
-¿No queres bailar?
-No, estoy acompañada y además ¿Sabes cuántos años tengo?
-¿Más de 23?

Me siento en un banco del jardín, irritada, completamente irritada y me prendo otro pucho. Pienso, pienso y no dejo de pensar ¿Qué carajo hago acá? Me estoy muriendo de frío, estos pendejos se tomaron todo el alcohol y encima me fumé el ultimo cigarrillo.
La fiesta, según dicen, la organizó el sobrino de un político de turno lo que me genera más mal humor y para colmo un grupo de chicas, ahora, pasan delante mío en trencito y gritan a coro (supongo) una canción de moda.
¿Se puede ser tan boluda en esta vida? Las ganas que tengo de meterme en mi cama y ver una buena pelicula comiendome un rico chocolate. Definitivamente estoy vieja.

1 comentario:

Jaime dijo...

Para un niño de cinco años uno de 14 es un viejo temible; para uno de 14, quien tiene más de veinte ya es un anciano; para los de treinta el que pasa de cincuenta está fuera de juego y para el de setenta uno de cincuenta es un jovencito que puede saltar, leer un libro, hacer el amor y reir a carcajadas. Para mí eres un bello párvulo que, como todos, se ocupa tenázmente en inventarse formas de sufrir, para no tener que dar cuenta de todas las posibilidades que tiene de vivir....

Un beso.