viernes, 16 de octubre de 2009

Peligrosa obsesión


Está por todos lados. En shoopings, plazas y restaurantes. Camino y la veo. Me siento y ahí está. De espaldas, siempre de espaldas.
Me sigue. A veces se esconde y otras la descubro.
Se sienta en bares. Toma cerveza. Algunas veces, pide un té.
Gesticula. Se queda quieta.
Quiero verla, reconocerla. Criticarla.
Preguntarle cómo es con ella. Si le cuenta lo mismo que a mí. Si la abraza por las noches y le canta al oído. Si, también, a ella le habló del olvido.
Quiero y no quiero.
Es ella. Igual. Así de inútil, así de bella.
Camino hacia el fondo y doy la vuelta.
Respiro profundo. La miro y...no.
Por suerte y por desgracia ella no es.

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