Sentados en el sillón, hartos de besarnos y mirarnos con admiración, su boca pronunció la frase más hermosa que nunca jamás escuché y, en ese instante supe que , todavía, algún día, quizás, aún me queden cosas hermosas por vivir.
Una semana más tarde, sentados en la sala de espera del hospital, tomé su brazo, lo miré a los ojos y le repetí su misma frase.
"Cuando sea grande, quiero ponerme de novio/a con vos".
Dos miradas cómplices. Dos corazones hartos de latir. Dos vidas y un mismo sentimiento: "all we need is love".
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