miércoles, 2 de junio de 2010

Buenos vecinos


Habrá creído que tengo canje con Adidas, que me gusta el hip-hop o, simplemente, que soy un verdadero desastre. Puede que sea esta última. Lo cierto es que no esperaba, para nada, su visita.
La música estaba al máximo y mis gritos seguramente los podía escuchar Aurelia, la del primer piso.
De un momento a otro mi puerta sonó, como nunca sonó antes en la vida, y pensé que había sido mi imaginación. Bajé el volumen, alerta, esperé un nuevo golpe. Sabía que muchas opciones no habían: mi vecina, “la loca”, pidiéndome el secador de pelo, alguno de otro piso suplicando mi adhesión a algún reclamo o, la menos posible, mi vecino del 8, Matías, el contador más simpático del mundo, ¿invitándome a salir? Tal vez.
Sabía que cualquiera de estas opciones podían ser viables, menos esta última, algo imposible, absurdo, inaccesible, inverosímil, ya que creo que mi vecino, el contador más simpático del mundo, es gay.
La puerta volvió a sonar y confirmé que no era producto de mi imaginación, sino que efectivamente había alguien detrás de mi puerta.

-¿Quién es?
-N, soy Matías. Quería hacerte una pregunta.

Estoy en mi día de suerte, ¡Milagro! ¿Voy a morir?, Me va a pedir algo, ¿Habrá pasado algo?, pensé, pero al abrir recordé que mi facha no era la más indicada.
Tarde. Su sonrisa esperaba del otro lado de la puerta.

-¿Cómo va? Mirá quería consultarte si estaba todo bien…
-¿Mm?…
-Es que después de las piedras de aquella vez, al del 11 se le levantó el piso, mi techo gotea y el del 13 tiene una mancha de humedad terrible y otra en el baño que hizo que el techo se descascare y bueno…
Ah!, no mirá, a mi no me pasó nada. Bah, eso creo.
-No, bueno, por lo que veo está todo bien
-Sí, si…por ahora
-Bueno si llegas a necesitar algo…
-Dale…sí, te toco la puerta.
-Sí.

Ahora vengo a enterarme, de casualidad, porque el del 15 me dejó su tarjeta, que a todo esto dice que hace plantas para colgar al revés, que Matías, mi vecino el contador, no es contador, sino periodista, que trabaja en una empresa en la parte de relaciones institucionales y que todos en este lugar piensan y creen que soy el personaje del edificio.
Por mi parte, y después de una larga charla con todos los habitantes de Tapiales puedo decir que son buena gente, divertidos, lindos, muy lindos y que, al final, nada es lo que parece.

Ni si quiera yo.

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