No voy a negarlo. Comienzo a sentirlo. Como la tormenta que se avecina.Como el aire que respiro. Ya estube en este lugar, en una situación parecida.
Puedo reconocer mis movimientos. Pensamientos que van y vienen, sobrevuelan mi cabeza como nubes de algodónes, como los pájaros que rodeaban la iglesia en la tarde de aquel marzo.
Tan sútil, tan cosciente. Abro mis ojos y ahí está.
No hará falta presentarme. Somos viejos concidos.
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