Para ser sincera no es la primera vez que me pasa de entrar a un edificio y tocar el timbre equivocado, pero creo que nunca viví una situación similar. Anoche, sentí vergüenza, pero lo que se dice VERGÜENZA.
Fui a conocer la casa de mi amiga Cachet. Tenía el piso y la letra de su departamento, pero, evidentemente, los datos eran incorrectos.
Así fue como subí hasta el segundo piso y toqué timbre en la puerta “A”. El punto es que no apreté el botón una sola vez. Para hacerle una joda a mi amiga me colgué del timbre.
Fui a conocer la casa de mi amiga Cachet. Tenía el piso y la letra de su departamento, pero, evidentemente, los datos eran incorrectos.
Así fue como subí hasta el segundo piso y toqué timbre en la puerta “A”. El punto es que no apreté el botón una sola vez. Para hacerle una joda a mi amiga me colgué del timbre.
Toqué una vez. En la segunda mantuve el botón presionado durante diez segundos y hubo una tercera donde la campanilla se oyó con espacios de un segundo alternadamente: “Tri”, “Tri”, “Tri”, “Tri”, siete consecutivos.
Finalmente la puerta se abrió y apareció una mujer desconocida.
¿Si?”, preguntó “¿En qué las puedo ayudar?” Nos dijo . Estaba con Vicky, otra amiga.
“Ehhh….no…ehhh….no es acá…ehhh….usted no es Cachet”, dije.
“No”, respondió la cuarentona “¿A quién buscas?¿Cómo entraste al edificio?¿Tocaste timbre?¿Quién te abrió?”, preguntó la señora sin tomar aire y abriendo los ojos como dos huevos duros.
“No. Toqué timbre. En realidad no toqué el portero. Pasé. Una chica nos dejó pasar”, contesté mientras que Victoria entraba en una suerte de risa nerviosa incontenible y poco disimulada.
“¿No es el 2 “A?”
“Sí, pero acá vivo yo y en frente no se mudó nadie. Asique no sé…”, dijo la mujer mostrando poca paciencia.
“Ehhh…bueno. Sí. Claro. Tengo una planta…ja…¿Vamos Vick?”.
La señora abrió la puerta de par en par y siguió interrogando: “¿Quién les abrió?¡Esperen! ¿A dónde van?”, repetía, mientras que Victoria y yo bajábamos las escaleras a una velocidad inusitada.
“¿Qué fue eso?, preguntó Vick.
“No sé, pero me colgué del timbre”.
Finalmente la puerta se abrió y apareció una mujer desconocida.
¿Si?”, preguntó “¿En qué las puedo ayudar?” Nos dijo . Estaba con Vicky, otra amiga.
“Ehhh….no…ehhh….no es acá…ehhh….usted no es Cachet”, dije.
“No”, respondió la cuarentona “¿A quién buscas?¿Cómo entraste al edificio?¿Tocaste timbre?¿Quién te abrió?”, preguntó la señora sin tomar aire y abriendo los ojos como dos huevos duros.
“No. Toqué timbre. En realidad no toqué el portero. Pasé. Una chica nos dejó pasar”, contesté mientras que Victoria entraba en una suerte de risa nerviosa incontenible y poco disimulada.
“¿No es el 2 “A?”
“Sí, pero acá vivo yo y en frente no se mudó nadie. Asique no sé…”, dijo la mujer mostrando poca paciencia.
“Ehhh…bueno. Sí. Claro. Tengo una planta…ja…¿Vamos Vick?”.
La señora abrió la puerta de par en par y siguió interrogando: “¿Quién les abrió?¡Esperen! ¿A dónde van?”, repetía, mientras que Victoria y yo bajábamos las escaleras a una velocidad inusitada.
“¿Qué fue eso?, preguntó Vick.
“No sé, pero me colgué del timbre”.
4 comentarios:
jajajaaaaaaa
Te faltó la segunda parte! (a mi me la conto MJ ayer)
Cuando se quedan encerradas en el pasillo, entre puerta y puerta y la llaman a Emejota para que las rescate.
Jeje, tendrias que haber visto la cara de L cuando se enteró del papelón!
Nah!!! Se enteró L??
Te das cuenta? Nunca puedo quedar bien parada carajoo!.
Sí, esa aprte me pareció como demasiado, pero bueno ahora ya salió a la luz.
aparatos!!
Y bueno che, somos así!
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