Autoconfesión

Cabeza fría. Antes de tomar la decisión hay que pensar. Ya pasaste por esta situación miles de veces y siempre elegiste el camino incorrecto. No podes anticipar un final porque no siempre ocurre lo mismo. Las historias son distintas. Lo sabes.
¿Sentís que lo que haces no alcanza? Bueno, tendrías que preguntarte a quien no le alcanza. Es cierto que uno se cansa de apostar para luego perder, pero también es verdad que de toda derrota uno aprende y quizás estés en etapa de aprendizaje. Si hay algo que nadie puede cuestionarte es que sos una gran aprendiz. Tenés el diploma de honor colgado en el escritorio de tu casa. “Por su gran voluntad, empeño, garra y persistencia”, dice. Te encargaste de encuadrarlo y todo.
Reíte. No queda otra.
¿Qué? ¿Querés abandonar el juego? Ni vos te la crees. Aunque conociéndote bien se que para vos es muy fácil olvidar. En un punto es admirable. Siempre caes de pie. ¿Cuánto tiempo más vas a aguantar? Dudo que puedas.
¿Sabes cual es tu problema? Invertís tiempo en sueños y cada vez que lo haces crees que estás a punto de cumplirlos. Después, vaya a saber uno porqué pasa algo que hace que nunca se cumplan. ¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer? ¿Escapar? No podes. Es tarde. Ahora hay que jugar con las cartas que tenés. Ni más ni menos. No podes caer. Acá, no está permitido rendirse. Además, después de todas las que pasaste no me digas que vas a aflojar por una derrota.
“Vivir sólo cuesta vida” y eso siempre tenés que recordarlo.