viernes, 19 de febrero de 2010

El karma del tango

En el piso de abajo, más precisamente, en el 1 "2" vive una señora mayor que adora sentarse en el balcón a tomar mate, y como si se tratara de un asunto policial, cada vez que llego con el auto me espía. Se hace la distraída , pero me espía cada vez que entro con alguna pertenencia.
¿Su nombre? todavía no lo sé, pero si hay algo que tengo claro es que "estamos en píe de guerra":

"Rara...como encendida
te hallé bebiendo linda y fatal...
bebías y en el fragor del champagne,
loca, reías por no llorar...
Pena me dio encontrarte
pues al mirarte yo vi brillar
tus ojos con un eléctrico ardor,
tus bellos ojos que tanto adoré..."

Todas las mañanas se despierta con el mismo tema. Y para ser sincera siento que es una señal que viene del más allá, es algo personal entre la vida, esta señora y mi persona. Como cuando una cree que está embarazada y no hace otra cosa que cruzarce embarazadas en el tren, en el subte, por la calle o con carteles que dicen "Evatest" y "Asiento reservado para embarazadas". Esto es igual.
Ahora que el tango llegó a mi vida y yo lo quiero desechar mi vecina me recibe, todos los putos días, con Enrique Cadícamo.
Entonces, el camino se hace previsible, bajo un piso, bajo el otro y ahí está:

"Esta noche, amiga mía,
el alcohol nos ha embriagado...
¡Qué me importa que se rían
y nos llamen los mareados!...
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos a vernos más..."

Y ahora que me acuerdo, mi mejor amigo, el único mejor amigo varón que tuve en toda mi vida me regaló este tango en una hoja cuadriculada al final de una clase de matematica, en quinto año.

"Hoy vas a entrar en mi pasado,
en el pasado de mi vida...
Tres cosas lleva mi alma herida:
amor...pesar...dolor...
Hoy vas a entrar en mi pasado
y hoy nuevas sendas tomaremos...
¡Qué grande ha sido nuestro amor!...
Y, sin embargo,
¡ay!,mirá lo que quedó...".

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