miércoles, 10 de marzo de 2010

Momentos efímeros


A decir verdad, me hubiera gustado que cargaras con mis cajas, valijas y cuadros, que las pusieras en tu auto, como lo hice yo aquel domingo de invierno, que subieras los dos pisos por escalera y me ayudaras a mudarme a esta nueva casa.
A veces, y sólo a veces, quisiera que estes acá viendo el arbol que entra por la ventana de mi cuarto, escuchando mi musica, dejandonos llevar por los sentidos.
De a ratos me invade una extraña sensación. Me nublo, me entristezco y entonces los recuerdos afloran y aquella tarde del mirador se hace presente en mi cocina y comienza a trepar por los azulejos hasta desvanecerse en el respirador.
Es raro que los domingos no me suceda, pero casi siempre encuentro un momento para escuchar los ecos de nuestras risas, esas que quedaron en el jardin de la casa que alquilamos o las palabras desparramadas a lo largo de la ruta cuando escucharnos era lo más lindo que teníamos, lo único que admirabamos.
Con suerte consigo imaginar como hubiera sido todo esto a tu lado. Es que como te dije alguna vez, el miedo más grande que siempre tuve no es quedarme sola, sino olvidarme de tu cara, no volver a sentir tu voz. Algo que, de a poco, está sucediendo.

No hay comentarios: