miércoles, 29 de agosto de 2007

El "cancherismo" mancha

9:15 de la mañana. Mis neuronas aún están dormidas. En realidad hace un tiempo que se adormecieron, pero hoy están peor que nunca. Es que anoche me fui de copas. Aunque le advertí a L que salir hasta altas horas de la noche y no dormir la cantidad de horas necesarias para mí puede resultar calamitoso, lo hice igual. Mis neuronas deben descansar, de lo contrario pueden llegar a provocar ciertos disturbios en mi persona.

Bajo del colectivo en un perfecto estado de “somnolencia”. En esta ocasión prefiero definirlo así: “somnolencia”. Apoyo mi pie derecho, luego el izquierdo. Camino por la vereda. Miro a mí alrededor. Es temprano. No hay conocidos por la zona. Bajo de la vereda y sigo caminando por la calle. Salticando. Sí, salticando. Es que cuando estoy bajo los efectos de Mr.R hago este tipo de cosas(o peor).

Subo a la vereda y voy por el cordón.
“Canchera. Soy una canchera”, pienso.
1, 2, 3, 4, 5 pasos y bajo a la calle nuevamente. Llego a la esquina y cuando voy a cruzar Avenida Santa Fe comienzo a sentir un olor fuerte: ¡pintura fresca!.
Miro para atrás y veo a un equipo de obreros viales trabajando sobre las veredas de la avenida. Uno de ellos levanta su mano izquierda(porque con la otra está pintando)y me grita: “¡Boluda!. Sos ¡Boluda!”.

Entonces miro mis zapatillas marrones que, ahora, son amarillas y concluyo: “Soy re boluda”.

viernes, 24 de agosto de 2007

Una noche

Por Octavio Tomas.
Desde el borde de la calle apoyo un pie sobre el cordón, ella gira. Tiene el pelo recogido, la frente tirante. Da la vuelta, la escucho caminar a mis espaldas, arrastrando los pies. Después aparece por donde se fue, se queda parada frente a mí y apoya su mejilla en mi pecho. La abrazo. Se acerca a mi oído y me dice eso que siempre nos decimos y que sólo nosotros sabemos.
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Se está vistiendo, apurada. Busca en la oscuridad su remera; el corpiño no hace falta, a estas horas siempre lo deja en la cartera. Atravieso la habitación y me paro frente a ella, la miro fijo a los ojos. No son sus ojos, esos no son sus ojos. Cualquiera podría creer que siempre mira así, pero yo sé que no; aunque ella diga que no sé nada, que no conozco nada de su vida y sus penas, yo sé que esos, los de ahora, no son sus ojos. Intento decir algo y una mano me cruza la cara, suave y fuerte empuja mi cara hacia un costado, y un dedo índice se eleva a la altura de mis cejas. Que ya conoce a los hombres como yo, dice. Después esquiva mi cuerpo y agarra su cartera. De entre el corpiño saca un paquete de caramelos y me ofrece uno sin decir nada. Yo acepto, acepto porque creo que tengo que aceptar ese caramelo.
Salimos.

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Es la primera vez que la veo dormir. Y ni siquiera sé si esta durmiendo, porque es la primera vez que la veo dormir. Su respiración es ahora más fuerte y extensa. Si parpadeara tan solo un segundo podría verme acostado boca abajo, apoyado sobre mis codos, fumando y tratando de adivinar sus sueños o sus pensamientos. Tiene el brazo derecho extendido sobre las sábanas; el izquierdo está flexionado, con la mano apenas apoyada sobre la almohada y los dedos como agarrando algo que no está ahí. Miro sus piernas, que hasta hace un rato temblaban, asomarse apenas en un movimiento, el tiempo justo como para que yo sienta el placer de poder espiarlas. Sé que dije de más, o de menos. Sé que por pensar en lo que ella quería escuchar no dije nada. Y ahora busco la mejor manera de despertarla para que se olvide de todo, pero tiene buena memoria.

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Estamos haciendo el amor, sí, otra vez. Sé que ella lleva la cuenta. La segunda noche que estuvimos juntos se me ocurrió decir que era la segunda vez que estábamos juntos y me corrigió. Ahora está acá, abajo mío, y yo disfruto rodeando su cintura con un solo brazo. La miro a los ojos. Estos son sus ojos, los verdaderos; aunque diga que puede ser cruel, aunque quiera alertarme del abismo. En este instante, el único instante en el que somos sólo nosotros dos, encuentro sus verdaderos ojos: los que se entrecierran extasiados; los que se cierran de dolor y placer; los que espían mi boca abierta y observan de reojo su recorrido por mi cuerpo; los que me miran serios ahora, mientras hace una pausa sobre mí y se recoge el pelo con las dos manos; los que se abren al cielo o al techo en su cuerpo entumecido.
Y ahora acá, con mi mano todavía en su nuca, me pide que nunca la abandone. Y yo, que no podría hacerlo ni aunque quisiera, me quedo callado, cuando hubiera bastado con acercarme a su oído y decirle eso que siempre decimos, eso que sólo nosotros sabemos.

viernes, 17 de agosto de 2007

-No vuelvas a casa-

Por Matías Ortuño

No vuelvas a casa, no te va a hacer muy bien.
No mires atrás, por favor no llores.
No vuelvas a casa, ya no pidas perdón, yo se que es tarde y vos sabes que el tiempo se fue, el tiempo se fue.
Y en este mundo ves que no perteneces. No tenes manera de salir de aquí.
Yo estaré mirando el cielo siempre, cantando,buscando el cielo para continuar, llorando por todo lo que viene y va.
Soñando como todos quieren ser feliz, buscando una respuesta sin poder mentir.
Dame solo una mentira para continuar, será mejor el silencio que hablar de más, quédate flameante por ahí. Mirando como la verdad te puede cambiar.
No pasa nada.No sientas pena por mí.
Se almacenan lágrimas, por pedirte no volver a mi.
No vuelvas.
No sientas pena por mí.
No pasa nada no le des tanta importancia.
¿Que no lo ves? ¿No lo sentís?, el tiempo pasa y te tiene de rehén, hay tantas cosas que me quieren destruir y no dejare, hay tantas cosas que me hacen muy bien.

martes, 14 de agosto de 2007

TriSteMente CéleBrE

Aunque el entrevistado no es alguien conocido me gustaría compartir con ustedes una parte de la historia de este hombre: actor y luchador de la vida.
Tal vez sea el costado que nunca me animé a explotar, pero mientras la escribía sentía como si estuviera viviendo en esa historia. Además, porque de algún modo me siento identificada en el título que escogí.
Dedicada a "Tí".

"Hasta la próxima, hasta la próxima", se despide a coro con su compañero de escena haciendo muecas exageradas. Parece que es el pie para que los niños se rían y dé lugar al remate, peor no sucede. Ocultando ese bache trata de pasar su pesado cuerpo por una puerta diminuta que da a un costado del escenario. Acomoda sus orejas gigante de Shrek, el ogro más famoso de Disney, y sube disimuladamente sus calzas marrones, que claramente son para un hombre con quince kilos menos.
El salón azul desborda de gente. Es jueves y aunque son las siete y media de la tarde el sector permanece repleto de niños que esperan la salida triunfal de este personaje, una extraña mezcla de ogro y monje del siglo XVII.
Veinte minutos más tarde lo veo salir por la puerta diminuta, pero esta vez sin sus orejas de utilería. Su torpe andar me permite reconocerlo. Se pierde entre la multitud y reaparece con una sonrisa en la cara. Lleva un bolso cargado de cosas, calculo que la ropa del personaje que interpreta todos los días de la semana.
"¿Empezamos?", dice como si estuviera dispuesto a responder todas mis preguntas, Lo invito a sentarnos en un cubículo verde de madera que forma parte de la escenografía de su obra. Se sube el jean (que si llegara unos centímetros más arriba lo ahorcaría) y comienza su discurso. "La edad no te la voy a decir.Calculala vos. Nací en Banfield, al igual que Cortázar, en 1957. no es que me importe la cantidad de años que tengo, pero no me gusta escucharla de mi boca. ¿Entendes?".
Carlos Canosa es actor y profesor de teatro. De pequeño supo que su vida estaría ligada a esta profesión. "Mis padres quería que fuera cualquier cosa menos comediante. Viste lo que son las vueltas de la vida, ¿No?, larga una carcajada y abre sus manos como haciendo un gesto de resignación. Siempre tuvo en claro que le sería difícil mantener una familia con una carrera que no siempre ofrece continuidad laboral y mucho menos una seguridad económica. Quizás ése fue el motivo por el cual aceptó trabajar durante veintiún días en la Feria del Libro interpretando una adaptación de los textos de "Pulgarcito, el cocinero" y "Esta boca es mía" de la dramaturga Patricia Suárez. "Conocí al director de la obra de casualidad y me ofreció este laburito. Estar en la Feria es importante porque ya tiene un espacio ganado;de por sí asiste mucha gente y facilita la cantidad de audiencia", asegura.
"Estoy acá todos los días, incluso el 1 de mayo, o sea que puedo considerarme el primer trabajador, como Juan Domingo", Canosa se acomoda en la banqueta y mete sus manos dentro del polar verde. "Es parte del contrato que firmamos con la editorial Estrada. Trabajo desde las dos de la tarde hasta las siete y media, pero el horario más arduo es de tres a cinco y media porque es cuando vienen los colegios". Mientras detallada emocionado el argumento de la obra comienzo a pensar que este hombre, por más fuera de estado que parezca, debe tener un gran entrenamiento ya que sube a actual ocho veces por día. No debe ser fácil hacer una obra con ruido constante y entre tal muchedumbre.
A simple vista parece muy abierto, pero en el transcurso de la charla aflora su costado más reticente. Elude de una manera elegante las preguntas que tiene que ver con su vida privada cambiando de tema repentinamente. En tres ocasiones disparó: "Tratame de vos. ¡Por favor!. Tengo 28 años y me tratas de usted". Me invita a caminar por los pasillos de la feria. Acepto. Recorremos 20 metros juntos hasta que desaparece. De pronto su voluminosa panza se presenta ante mí: "Para aflojarnos un poco", me dice con una sonrisa pícara y dos Fernets. Retomamos el paseo por el lugar. Mientras caminamos por los seis pabellones saluda a cuanta persona se le cruza en el camino. "Es que estar tanto tiempo acá hace que te relaciones con mucha gente", cuenta como si el reconocimiento incluyera firma de autógrafos.
Desde el comienzo de la feria su vida se vio afectada por un desorden cronológico. A pesar de aprovechar al máximo el tiempo que pasa en su casa, es consciente de que no están contentos con su ausencia en estos días. "Antes contaba con las tardes para estar con mis tres hijos. Tengo uno de veintiuno, otro de trece y el último de siete. Si no tuviera que laburar acá estaría con ellos jugando a la oca o a la generala". Cuando se refiere a su familia se queda pensando. Mira fijo a un punto, abre grande los ojos y vuelve a retomar la charla. "Con mi mujer llevamos veinte años de casados. Con ella se me hace difícil la relación. Más aún sabiendo que me la paso acá encerrado por seiscientos pesos". Se hace un vacío en la charla y descarga: "Nunca pagan bien, pero la ventaja de estar acá es que me pueden ver de otras editoriales y puedo hacer nuevos contactos para distintas obras". Pregunta la hora y dice: "Ahora tendría que dar clases, pero no voy a ir.Estoy cansado".
La feria continúa llena. Se hace difícil la circulación y lo invito a tomar asiento nuevamente, esta vez en una de las mesas de un café. Desde ahí puedo apreciar el lugar desde otro ángulo. Ahora me cuenta que por las mañanas, además de dar clases en una escuela de formadores actorales, también trabaja en la secretaría de Educación con chicos de la calle. "Trato de sobrevivir con la profesión que elegí. Eso es lo que no entiende mi familia. A ver, ¿Vos crees que soy un padre distinto al resto?", me pregunta como atajándose. Sin esperar la respuesta, retoma: "Cuando llego a casa, aunque esté muerto, trato de jugar con mis hijos o de ayudarlos a hacer la tarea. Eso sí, a las once a dormir porque tiene que ir al colegio".
Durante su estadía en la Feria del Libro, Canosa desarrolló varias técnicas para poder actuar y no perder el personaje. Asegura que la concentración es esencial. Agita un sobre de azúcar y como un sabelotodo cita a Stanislavsky y a su cuarta pared. Ya pasaron tres horas desde el comienzo de la charla. Carlos mira su reloj, levanta su mirada y esboza un ruido similar a una ese, pero para adentro:"Me tengo que ir. Mi mujer me va a matar.Además, tengo un viajecito en colectivo hasta llegar a casa", se excusa mientras cuelga en un hombro su bolso, en el otro el abrigo y prende un cigarrillo. Salimos juntos de la feria. Lo acompaño hasta la parada. De lejos veo venir el pasaporte que lo llevará al reencuentro con su familia. "Ahí está el 36. Chau piba", se despíde y me da una palmada en la espalda. De a poco el colectivo se aleja. Mientras camino voy pensando en como será el recibimiento en su casa. Quizás hoy Canosa logre que su familia reconozca su esfuerzo.

Una mañana de 2006

Si no fuera porque muchas cosas han cambiado en mi vida aseguraría que ,todavía, estoy en 2006.
Hoy sentí como si los meses no hubieran transcurrido. Mejor dicho, como si el tiempo hubiera vuelto atrás.
Me senté en la silla. La misma de siempre. Hoy me toca estar en casa porque tengo faringitis. Hacía mucho que no pasaba un día de semana frente a mi computadora. Desde que me fui de Cippec. En aquellas épocas solía trabajar desde casa. Tomaba mate mientras entrevistaba a algunos gobernadores provinciales. Alguna que otra vez salía al jardín. Miraba el cielo, que en ésa época siempre estaba celeste, y seguía con mis deberes.
Pero en esta ocasión todo es muy distinto . El motivo por el que estoy en casa, un día de semana, no es porque sigo en Cippec, sino porque estoy enferma. Tengo fiebre y un dolor muy fuerte en el cuello: faringitis. Ya lo mencioné anteriormente. Sí ,lo sé.
Hace un rato estuve pensando en que quizás el tiempo volvió atrás. ¿Porqué no puede ser posible?¿ Y si me desperté en agosto de 2006?¿Y si tuviera que entregarle a Tony los informes sobre superpoblación carcelaria?¿Y si dentro de un rato aparece en el chat y me saluda como siempre?.
Entonces miro el calendario para asegurarme que estoy en el año que creo que estoy. Saco el disco de esa banda que me trae tantos recuerdos.
Sí. Comprobado: 14 de agosto de 2007(11:46 para ser más precisa). Sin embargo, siento que estoy en una mañana de 2006. De ser así, en un rato mi mamá me llamará para almorzar. Después seguiré con los informes. Quizás el teléfono suene alrededor de las tres. Tal vez no. De todos modos, si estoy en una mañana de 2006 a las seis tengo que irme para la facultad. Asique es probable que me llame. O tal vez no.
Pero si saqué el disco ¿Porqué sigue sonando?.
Alive....¿I´m still alive?.

domingo, 12 de agosto de 2007

¡OoPs!. Lo hiZo oTrA VeZ!.

Ya no caben dudas: seguirá siendo por siempre la Princesa del Pop y por eso tiene licencia para hacer lo que quiera cuando quiera. Sus escándalos siguen a la orden del día y parece que no quiere dejar de ocupar la primera plana de todas las revistas .Una vez más Britney Spears volvió a ser noticia. Los paparazzis la fotografiaron y la grabaron cuando chocaba un Mercedes-Benz plateado mientras estacionaba su convertible negro.

Pero esto no fue todo. La princesita del Pop bajó de su vehículo y únicamente se encargó de chequear que su convertible no hubiera sufrido daños. Luego, se fue de compras como si nada hubiese pasado.
La propietaria del Mercedes es una enfermera de 59 años llamada Kim Robard-Rifkin. Un video publicado en CelebTV.com, grabado el lunes, muestra a la estrella pop de 25 años con un perrito en su regazo tratando de estacionar su convertible negro y chocando el vehículo contiguo.

Luego de haber gastado 21.5 millónes de dólares en tan sólo dos años, después de haber rapado su blonda cabellera y haberse tatuado en la nuca el número 666 y tras destrozar a palazos el auto de su ex marido y padre de sus dos hijos, el “rapero” Kevin Federline, parece que Spears quiere reflotar su carrera artística.

Es por eso que el genio musical Timbaland, quien ha producido éxitos para Justin Timberlake y Nelly Furtado, quiere ayudar a Britney Spears a recuperar su carrera estelar, y para esto, invitó a Timberlake a ser parte de su plan, quién aceptó gustosamente.

Britney y Justin se conocieron en el Club de Mickey Mouse cuando los dos cantantes tenían alrededor de doce años. Años más tarde, Britney fue telonera de la banda N´Sync, liderada por Timberlake. Algunos aseguran que ese habría sido el puntapié inicial del fuerte romance
que hubo entre ellos y que duró varios años.

Luego, la princesita del Pop le habría sido infiel a Justine motivo por el cual decidió abandonarla. Unos meses más tarde Timberlake compuso “Cry me a river”, la canción que muchos aseguran que estaría dedicada íntegramente a Spears.

Pero esto no es todo. En You Tube (doy por entendido que saben lo que es) un video muestra a Britney en sus viejas épocas: una blonda, super sexy, que se movía en el escenario como nadie lo hizo antes (exceptuando a la Reina del Pop, Madonna). Lo más curioso es que estás imágenes están montadas sobre “Love Stoned”, otra canción Justine Timberlake.

Si le prestan atención a la letra y ven las imágenes se darán cuenta de que todavía hay amor ahí.

A continuación las mejores imágenes de la princesa y del principe del Pop. A no emocionarse. Luego de ver este video, muchos querrán que Justine y Britney se reconcilien.


¡Let´s Pray y que vuelvan!

lunes, 6 de agosto de 2007

La Mujer Rota

Como si algo en particular me hubiera impulsado a hacerlo, releí "La Mujer Rota": una novela escrita por Simone de Beauvoir.

La escritora francesa redactó: "La mujer rota es la víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado. Sería en vano buscar moralejas en estos relatos;proponer lecciones, no;mi intención ha sido totalemnte diferente.No se vive más que una sola vida. Pero por la simpatía, a veces es posible salirse de la propia piel. Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que lucha por lograr su objetivo; pero eso no me impide, al contrario interesarme por aquellas que, de un modo u otro han fracasado y, en general, por esaparte del fracaso que hay en toda existencia".

Por que me lo regalaron con la intención de que me parta la cabeza, (y así fue) es que, ahora, quiero regalarselas a ustedes: mujeres mias.
Más de una se sentirá identificada.
Gracias por el regalo.
Salud!

23 de marzo

"Parto mañana. Alrededor de mí, la noche siempre es tan espesa. Telegrafié para pedir que Maurice no vaya a Orly. No tengo coraje de afrontarlo. Se habrá ido. Vuelvo y él se habrá ido".

24 de marzo

"Listo. Colette y Jean -Pierre me esperaban. Cené en casa de ellos. Me han acompñado hasta aquí. La ventana estaba negra; siempre estárá negra. Subimos la escalera, ellos dejaron las valijas en el living. No quise que Colette se quedara a dormir: tendré que acostumbrarme. Me senté delante de la mesa. Estoy sentada. Y miro esas dos puertas: el escritorio de Maurice; nuestra habitación. Cerradas. Una puerta cerrada, algo que acehca detrás. No se abrirá si yo no me muevo;jamás. Detener el tiempo y la vida.
Pero sé que me moveré. La puerta se abrirá lentamente y veré lo que hay detrás de la puerta. Es el porvenir. La puerta del porvenir va a abrirse. Lentamente. Implacablemente. Estoy sobre el umbral. No hay más que esta puerta y lo que aceha detrás. Tengo miedo. Y no puedo llamar a nadie en mi auxilio.
Tengo miedo".

sábado, 4 de agosto de 2007

EZQuiZoPeña LaDo A y B

La última vez que lo vi me retó a que recordara el teléfono de su manager para darme la entrevista. “No seas tonta. Usá tu cabeza. Memorizalo”. Minutos después estaba hablando con Santiago, una especie de secretario personal del actor. “El sexo con la muerte. Esa va a ser la clave para el próximo llamado”, me dijo. Quince días después se produjo el encuentro.

La humedad brota del suelo. Una cola de autos se detiene frente a la barrera de la estación de tren de Martínez. Suenan las bocinas. Algunos protestan por el embotellamiento; otros corren apurados a tomar el tren. Entro al bar donde lo vi por primera vez y espero. El mozo me asegura que va a venir, pero pasan 45 minutos del horario pactado y comienzo a perder las esperanzas. Finalmente aparece. Viste un pantalón negro a rayas rojas verticales. Una boina de cuero negra, un bolso de mano del mismo color y lentes oscuros. Mira hacia el fondo del lugar, sonríe y se dirige hacia mi. “Hola. ¿Cómo va? ¿Todo bien?”. Observa a su alrededor y saluda a un hombre que está sentado en otra mesa. “Esperame un ratito, por favor. Tengo una entrevista. Ya vamos”, dice y le entrega la llave de su auto. Antes de tomar asiento me anticipa que la nota sólo durará 10 minutos. “Es que estoy cansado de dar entrevistas. Creo que en este momento soy la persona más conocida del mundo”, asegura.

Fernando Peña quizás sea uno de los personajes televisivos más polémicos de los últimos años. Sus declaraciones sobre su oposición al uso del preservativo en personas portadoras de HIV generó una gran polémica. “Me parece horrible. ¿Cómo voy a chupar un plástico? Menos si está saborizado. Automáticamente lo asocio a la imagen de un niño. No soy pederasta.”, se ríe y agarra su cabeza en sinónimo de indignación.
En más de una oportunidad fue censurado por el COMFER, ya que en sus programas radiales utilizaba un lenguaje poco apropiado para el horario de emisión. También le levantaron una obra de teatro por acosar a alguien del público. “Es que la gente no entiende mis mensajes. Es muy haragana a la hora de pensar. Cuando digo muéranse pronto, despacito, pero pronto, no es que les deseo la muerte, sino que vivan intensamente. Que no se conserven nunca”, dispara, “piensan que soy un tira bombas al pedo, un borrachito o un drogadicto. Yo soy un romántico”.

El mozo se acerca a la mesa y Fernando le pide un Vodka Campari tonic. En ése momento recuerdo que son las 7 de la tarde de un lunes. Mientras saluda al dueño del bar, pienso en la manera de poder acceder a su mundo privado. Parece de buen humor y dispuesto a responderme, pero por otro lado emerge su faceta border. Podría ser una clase de persona a la que no le importa el tiempo ni el lugar, sino que se levanta a los gritos indignada por la pregunta y simplemente se va. Entonces le ofrezco un cigarrillo. “Mi vida fue y es muy lujuriosa. Soy súper promiscuo. No concibo mi vida sin sexo. En eso soy bastante animal, pero no fumo”, explica, se sonríe y junta sus manos como un gesto de agradecimiento.
Su pasado estuvo ligado con el consumo de drogas y alcohol. “En ésa época estudiaba para comisario de abordo. Tenía un amigo, Jeremy, con el que íbamos a fiestas bastante fuera de control. Había drag queens, travestis, lesbianas, gays. Mucha joda”, cuenta y larga una carcajada. Además, alguna vez estuvo internado por exceso de cocaína en un hospital de Miami. “Recuerdo que mi vieja me fue a ver. Lo primero que dijo fue puto de mierda, sorete. ¿No te da vergüenza malgastarle la plata a tu difunto padre en esto?”, relata simulando la voz de una mujer y agrega “Mi padre está descansando en paz. ¿Vos te pensas que se va a preocupar por el dinero que dejó?”.

El trago se va consumiendo. A cada respuesta le sigue un sorbo. Lo revuelve constantemente. Parece un tanto ansioso, exaltado. Mueve sus manos. Las pasa por su cabeza y se quita los lentes. La parte baja de su ojo derecho está delineada de azul. Su mano izquierda carga con tres anillos de plata. Un tatuaje en su antebrazo, del mismo lado, similar a una media de red, se asoma por debajo de su remera. Suena su celular. Es su asistente que lo informa de la entrevista que tendrá al día siguiente, en el programa de la conductora Mariana Fabbiani. En ese momento le recuerdo la contraseña que me dio Santiago para la entrevista: el sexo con la muerte. Sin dejar espacio para mi pregunta descarga: “están muy ligados entre sí. La muerte en cierta forma es volver a nacer y el sexo está muy unido con la reproducción del ser humano. Cuando acabás, ¿cuántos proyectos de vida estás matando?. Estoy acabando. Terminando con algo”. Parece que estos argumentos son muy recurrentes en la vida del artista. Casi todas sus obras teatrales han tenido una estrecha relación con ellos. Ahora me confiesa que lo que menos disfruta del sexo es el orgasmo, ya que, en ése momento, siente unas ganas inmensas de estar solo. Ganas de volver al vientre de su madre.
Fernando Peña nació en Montevideo, Uruguay. Proviene de una familia que siempre tuvo un buen pasar económico. Su padre era periodista y su madre, según el, una histérica. Los recuerdos de su infancia no son muy felices. “Mi vieja tuvo una enfermedad terminal durante diez años y tuve que ocuparme de ella. Se pasaba todo el tiempo gritándole a mi hermano menor”, cuenta bajo la voz de Roberto Flores, el personaje gay de sus monólogos. Aquel que alguna vez catalogó como “el puto sufrido”. Su paso por el colegio San Andrés de San Isidro, dejó en él vestigios de un chico bien. “Please, pasame una servilleta”, bromea como burlándose de sus raíces. Mira por la ventana del bar que da justo a la vía. Se queda en silencio. Toma mi grabador y se lo coloca cerca de su boca. Me confiesa de cierto resentimiento que tiene hacia sus padres por haberlo enviado a un colegio privado de ésa categoría. “Porque yo estaría más contento de hablar con la ye que con la she, asegura. Al poco tiempo de graduarse vivió 3 años en Brasil, 4 en New York y finalmente regresó al barrio de su infancia.

Las agujas del reloj siguen su curso. Ya pasó una hora desde el comienzo de la entrevista. Empiezo a sospechar que en cualquier momento anuncia su partida. Sin embargo llama al mozo. Le pide un agua mineral y un whisky. De repente su bolso de mano comienza a moverse. Un perrito de raza yorkshire se asoma. “Me acompaña a todos lados”, admite. Lo saca y juega con él. Extrae una cámara y comienza a filmarlo, pero un fan interrumpe regalándole una remera y obligándolo a que se la pruebe. “No me jodas. Gracias, pero no”, responde con poca paciencia. En ése momento me revela que no es un tipo de muchos amigos. Confirma que no vino a este mundo para tener una vida cotidiana. “Yo vivo pensando. Pienso, pienso, pienso. Me recluyo en mi casa y no salgo de ahí”.
Sus confesiones describen a un Peña con múltiples facetas personales. Su ciclotimia está a la orden del día. Por la noche está feliz, eufórico y, a la mañana siguiente, quizás se siente el hombre más desdichado del mundo. Escuchándolo hablar, cualquiera se daría cuenta de que, además de ser talentoso, es muy inteligente. Lúcido. Audaz. Aunque suene contradictorio ,sus locuras tienen sentido. “La mayoría de la gente que no es inteligente elige no sufrir, entonces busca el camino fácil que es no pensar. No hay que negar las cosas”, afirma. Aprovecho para preguntarle cuánto sufrimiento generó en él enterarse de que era portador de HIV. Levanta sus cejas. Respira profundo. Asiente con la cabeza y mira para abajo. “No te creas que me cambió radicalmente la vida. Tampoco te voy a decir que vivo como una persona normal. Los medicamentos que tomo son muy fuertes y, obviamente, influyen en mi organismo y en mi psiquis. Lloré. Lloro muchas veces”, confiesa.

Se acomoda en el box de madera. Parece fastidiado de estar contando sus cosas más íntimas. La euforia con la que comenzó la entrevista desapareció hace rato. A pesar de esto, con una mirada amenazadora, me asegura que sabe que no se morirá pronto. Que su enfermedad no se apoderará de su cuerpo, ni su mente, ni alma. Me asegura que no le tiene miedo a ése momento. “Cuanto más respeto le tenés, más rápido se da cuenta de tu sensación. Las cosas tienen vida. La muerte tiene vida, aunque suene paradójico. Ahí es cuando aprovecha para sacar su tajada”.

Afuera ya es de noche. El flujo de autos parados frente a la barrera de la estación es menor al de la tarde. Aunque su whisky aún no ha llegado al final, me informa que debe irse a otra entrevista. Se coloca la campera y los lentes. Toma el bolso con su mascota dentro de ella y me saluda. Comienza a caminar, pero retrocede hasta la mesa y confiesa “Igual yo no voy a morir de HIV. Siempre digo que mi muerte va a ser contra un árbol y en un auto. Acordate de esto. Adoro la velocidad. Amo los autos. ¡Ah! y muéranse todos pronto. Despacito, pero pronto”.

miércoles, 1 de agosto de 2007

PRO-PRO

El domingo soñé con él. Mejor dicho tuve una pesadilla.

"¡Tremendo!" diría mi jefe.

El punto es que después de terminar esa nota terrible( no por que haya sido difícil, sino porque más que un artículo de política parecía un trabajo práctico de educación cívica ,como dijo L) tuve que ir a una conferencia de prensa donde estaba él. El personaje de la nota.
Desde un salón que confinaba con el José Luis Cabezas, en el Congreso, apareció. Automáticamente los flashes de los fotógrafos se dispararon. Los camarógrafos luchaban por un lugar cómodo para grabar y los periodistas se empujaban para ganar un hueco y así poder hacer preguntas.
Traje oscuro y corbata clara. Sonrisa, la de siempre. Serio.Cordial. Distinguido. Un Lord.
(debo aclarar que nada tengo que ver con este buen hombre: no soy de su partido político, no concuerdo con sus propuestas y mucho menos soy de Boca).

La cuestión es que desde mi lugar lo pude ver y comprendí. Dije: AET. La famosa frase. Ahora entiendo todo.

Doña Rosa, Vos Tana mafiosa, C, H, Norma, Teresa...claro!!!!!!! que importa que Mauricio sea Macri o que Macri sea Mauricio .......lo que importa es que de-fi-ni-ti-va-men-te es súper buen mozo!.




Mauricio...yo.....te banco!!!!!.

Un ángel para mi soledad

Pasé todo el fin de semana pensando en la maldita nota que debía resolver. Mi ataque comenzó el viernes cuando salí del trabajo.
Sí. Soy rara. Lo sé. Generalmente cuando uno termina de trabajar deja de pensar en las tareas pendiendientes y se divierte.
Yo no. Por eso el viernes mientras él revolvía el chocolate yo estaba afligida por la nota. ¡La Bendita nota!.

El sábado amanecí un poco mejor. Un poco. Por lo menos desperté pensando en que terminaría de escribirla, pero la cosa se puso peor: era sábado y ¿Quién iba a atenderme para darme el dato que yo buscaba?.
Llamé a amigos varios, papás de amigas, probé con teléfonos que aparecían en Internet, pero no tuve suerte. A todo esto ya eran las tres de la tarde y tenía otros planes más interesantes que intentar hablar con un abogado ¡¡constitucionalista!!. Asique en un acto de desesperación la llamé a C.


"C", le dije.
"N"¿Qué te pasa?. Ella sabía lo que me sucedía. Claro. Me conoce de pies a cabeza.
"Estoy desesperada. No encuentro ningún abogado constitucionalista", le expliqué.
"Y sí. Es sábado N y son las 5 de la tarde.Ya fue. Venite a casa a tomar mate" dijo y colgó el teléfono.

A pesar de la invitación tentadora(tenía que actualizarme de muchos chismes) no pude dejar de pensar en la nota y en el abogado. Corté la comunicación y seguí con mi crisis. En el ínterin mi mamá me trajo un pedazo de torta de queso. Mi favorita. Estaba tan preocupada por la entrevista que no pude saborear la porción.
Cuando mi mamá pasó por la computadora me dijo: "N..no te pongas mal. Dios ahorca, pero no aprieta".
Como sobre dios no sé nada, pero conozco a mi jefe y sé que si no entregaba esa nota iba a quedar en la calle seguí con lo mio.
Finalmente gracias a un ángel caído del cielo llamado Octavio pude conseguir al abogado constitucionalista. Claro que después de semejante amargura no quería saber nada con escribir.

Acá viene lo más importante. Todo lo de arriba era una introducción

Ahora sé que tengo mi ángel. Es flaco y alto. Con ojos muy bonitos. Me gusta cuando sonríe y levanta su ceja izquierda. Sus palabras me tranquilizan. Camina con las manos en los bolsillos y a veces parece un poco torpe: cuando entra a los bares arrastra con su bolso todas las sillas que se cruzan por su camino.
De todos modos como es un ángel no hace falta que tenga tanta destreza, aunque doy fe que la tiene en otros aspectos.
Amo que se tape la cara cuando se ríe y me espíe a través de sus dedos.
Es mi ángel y gracias a él hoy estoy como estoy: feliz.