viernes, 30 de julio de 2010

En carne propia


Me has herido
y la sangre de esa herida
goteará sobre tu vida, sin cesar.
Algún día
sentirás en carne propia
la crueldad con que hoy me azota
tu impiedad...
Y es posible que la mano que te hiera,
vengadora o justiciera,
por tu malte devuelva
golpe a golpe el sufrimiento,
cuando estés en el momento
en que el golpe duele más.


En carne propia
sentirás la angustia sorda
de saber que aquél que amaste más,
es quien te hiere...
Será inútil
que supliques por la gracia del perdón.
Será en vano
que pretendas esquivarte del dolor.
Porque algún día,
con la misma ruin moneda,
con que pagan los que pagan mal,
te pagarán.

De rodillas
te hincarás rogando al cielo,
cuando sientas todo el peso del dolor.
Tu amargura
Será enorme y sin remedio,
cuando pagues con el precio de tu horror...
De rodillas llorarás en la agonía
de tu noche enloquecida,
sin perdón...
Y en la angustia
de tu cruel remordimiento,
pasarás por el infierno
que por ti he pasado yo.

miércoles, 28 de julio de 2010

domingo, 25 de julio de 2010

miércoles, 14 de julio de 2010

Babbo


Quisiera poder dedicarte las mejores líneas de este mundo, pero, hoy, no puedo. Todo me parece tan estupido. Tan sin sentido.
Ahora pienso que, posiblemente, nos queden pocos momentos juntos. De mirarnos a los ojos, de sonreírnos con la mirada. De entendernos en el silencio y abrazarnos a la distancia. De retarme mirando el televisor y esconderme los chocolates bajo la almohada.
Ahora pienso que, tal vez, este fue tu último y mi último cumpleaños juntos. ¿Llegarán más navidades y años nuevos? ¿Tendremos alguna caminata por las playas de Miramar? ¿O tendré que quedarme con el recuerdo de las mañanas en el muelle y las manzanas que comíamos viendo el atardecer?.
De a poco se fueron los que quería. Se fueron Witty y Lisa, y vos los viste ir. Se fue la nonna Luisa y juntos la vimos partir. Se fue él, y yo lo ví alejarse.

Yo no quiero que vos te vayas. No quiero despedirme. No quiero que te despidas.


sábado, 10 de julio de 2010

Sin saber que hacer


Doy vueltas. Me siento. Respiro. Me miro. Pienso y tomo una decisión, la misma por décimoquinta vez en el día. Juro que voy a cumplirla. Me lo escribo en un papel y lo pego en la heladera. No vaya a ser cosa de que se me olvide. ¡Carajo! ya empecé mal. No pasó un minuto y ya no la estoy cumpliendo.
Salgo al balcón a tomar aire. En el río, quizás, la cosa es mejor. Camino. Miro. Pienso. Volví al principio. Estoy en la largada. Pero, ¿Cómo? ¿No era que ya habías tomado la decisión?
Entro. Me siento. Preparó un té. Pongo música. No pienso. Por lo menos eso intento, pero no funciona. Esa idea vuelve a aparecer en mi cabeza, y acá vamos de nuevo.
Vuelvo a tomar la misma decisión, y ya sé que no la voy a cumplir.

sábado, 3 de julio de 2010