sábado, 27 de noviembre de 2010

Los restos de mi amor

"Deseo ser ,por lo menos ,un error en tu vida".

Y vos adonde estas

Algo bajo del rio
Y no es el frio lo que hace mal,
Tengo los ojos duros,
La cara seca
Y olor a tren.
Y vos…adonde estas?


Ay, que pena la mía,
Quede sin habla
y sin comer,
Solo duro un día
Mi alegría de verte bien.
y vos…adonde estas?


Hoy no te vi, no tengo fe…
y vos…adonde estas?


Atardéceme,
desayúname,
deconoceme
y devástame para comenzar de nuevo,
y cuando no tenga nada que decirte
no me apresures,
para que yo escuche
mi silencio;

soy nadador en el mar del presente,
sueño en el sueño de la vigilia con habitarte,
con habitar tu continente.
No le temo a la muerte

y estoy ausente de respirar,
tengo los dedos mudos
pero ninguno te va a tocar…a vos.

Hoy no te vi,
no tengo fe,
¿Adonde estás?.

jueves, 25 de noviembre de 2010

En estos días

En estos días
todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
La Osa Mayor corrige la punta de su cola
y te corona con la estrella que guía la mía.

Los mares se han torcido
con no poco dolor hacia tus costas.
La lluvia dibuja en tu cabezala
sed de millones de árboles,
las flores te maldicen muriendo celosas.

En estos días no sale el sol,
sino tu rostro,
y en el silencio sordo del tiempo gritan tus ojos:
Ay! de estos días terribles,ay! de lo indescriptible.

En estos días
no hay absolución posible para el hombre,
para el feroz,
la fiera que ruge y canta ciega,
ese animal remoto
que devora y devoraprimaveras.

En estos días no sale el sol,
sino tu rostro,
y en el silencio sordo del tiempo gritan tus ojos:
Ay! de estos días terribles,
ay! del nombre que lleven,
ay! de cuántos se marchen,
ay! de cuántos se queden.

Ay! de todas las cosas
que hinchan este segundo,
ay! de estos días terribles,
asesinos del mundo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Simplemente no te quiere


Confundí sus espinas con rosas y no supe ver lo que sus palabras querían decir en realidad. El mensaje era claro, sólo que yo, obstinada y corajuda, insistí hasta chocarme con la verdad. Jugué el juego del “te quiero”, y me aferré a su espalda porque era la más parecida, y me sostuve. Me colgué de ella como solía hacerlo en aquellos días, pasé mi mano por su hombro, apoyé mi cara contra su espalda y cerré los ojos. Tantos meses, tantos meses y tantos meses.
Me acerqué a su cuerpo para no sentir el frío del invierno, y, una vez más, me abracé a su espalda. Una y otra vez, una y otra vez. Las noches pasaron y con ellos los días, y sin darme cuenta me sentí invencible. Me creí el guión y compré todos sus personajes. A tal punto, que hasta los premié. Parecían sinceros y se veían muy lindos. Es que me olvidé que eran personajes y me creí su ficción. A pesar de esto, seguí agarrada a su espalda y, en más de una ocasión, hice fuerza para no caerme, pero me caí, Y Como era de esperar, caí sola. Es que confundí el sol con la luna y creí que había un lugar para mí en los dos. Equivocada estaba, ¿No había un lugar para mí en su mundo? Y así seguí. Caminé sin dirección intentando entender lo que pasaba. Me culpé varias veces por no poder hacerlo, por no poder lograrlo. Me tildaron de “mendiga del amor” y me dijeron que era difícil soportar mi situación. Es que se ve que nadie quiere acompañar a una persona que sufre por un ser querido. Es demasiado, me dijeron, y creí encontrar las respuestas a todas mis preguntas. Caí en la cuenta de lo errada que estaba y de que había confundido sus ojos con las estrellas que descansan en el cielo y, como siempre, me perdí.

Me quedé con las manos llenas y el alma vacía. Con la certeza de que, una vez más, nadie quiere mi amor.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Rara como perdida

Acostumbrada a cargar con la imagen me encontré arriba de un tren sin rumbo. Tenía la mente ocupada, el alma tiesa y las manos vacías. Pero algo tenía. Una colección de recuerdos, una espina clavada o, tal vez, era lo que creía.
Desconozco los pasos, cambié el camino. Mis palabras ya no son las mismas, y hasta quizás sean mejores. No hay recuerdos en mi baño, y hasta quizás sea mejor. Las plantas de mi balcón ya dieron flores, y hasta quizás sea una buena señal.
Ahora ya no tengo pesadillas. Sólo sueño con el presente. Con los presentes.
Mi cuerpo baila con la almohada, mi mente desayuna tostadas mientras lee el diario, y mi alma toma el té con la soledad.
Algo cambió. Algo se fue. Algo llegó. Algo…

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿La otra mejilla?

Maldita costumbre II

"Las mujeres nunca (o casi nunca) se dan cuenta cuando un hombre las va a lastimar".

miércoles, 10 de noviembre de 2010

viernes, 5 de noviembre de 2010

El secreto de sus ojos

Ojalá supiera lo que querés decirme cuando me miras de esa manera. Supongo que estás pidiendo ayuda. Querés que todo esto acabe. Ni tu cuerpo ni tu alma pueden con tanto dolor.
Lamento que tengas que verme así. Me gustaría ser más fuerte y no llorar.
Lamento ponerte triste y que vos también llores.

Algunos dicen que son las cosas de la vida, pero todavía no lo entiendo.
Dame tu mano. Voy a apretarla fuerte y no voy a soltarla. Quedate tranquilo. No voy a irme esta noche. Me quedo a cuidarte, y voy a intentar descifrar qué es lo que dicen tus ojos. Esos que siempre amé. Los que siempre me cuidaron. Los que me vieron crecer y equivocarme. Los que me vieron sonreír y ser feliz. Los que me despedían en la entrada del colegio o me iban a buscar a la salida del boliche. ¿Te acordás de aquellas épocas?.
Sé que hay una mensaje detrás de tu mirada. No te esfuerces. No hace falta hablar. Yo sé que me querés mucho, pero yo te quiero más. Mucho más.
El otro día, buscando las llaves del portón, encontré en el cajón de tu mesita de luz un dibujo que te había hecho en séptimo grado. No pude creer que, todavía, lo guardaras. Se me llenó el corazón de alegría, pero al rato me invadió una tristeza infinita, de esas que nunca antes había experimentado. Es que de sólo pensar que vas a faltarme se me cierra el pecho y me falta el aire.

No llores. No me mires así y no llores porque, a pesar de que yo esté llorando, mirarte a los ojos me pone feliz.

Dejà vu de lo que va a venir


Mi olfato nunca falla, y cuando digo nunca... es nunca. Soy invencible, insuperable y precisa. Es más, debería cambiar de profesión. Puedo verlo, sentirlo y predecirlo. Puedo reconocerlo en las tinieblas, en medio de la oscuridad, y hasta con los ojos vendados. Mi instinto siempre está a flor de piel. Lamentablemente..